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¿Por qué invertimos más en explorar el espacio que el mar?

20 de Junio de 2018
explorar el espacio
¿Qué tienen en común las profundidades marinas, las regiones polares, la Luna y los planetas? Desde el punto de la exploración, mucho: todos son ambientes extremos e inaccesibles cuyo estudio requiere de tecnologías punteras que comparten muchas similitudes. ¿Por qué se invierte más en exploración espacial que en descubrir los fondos oceánicos?

«El conocimiento de los océanos es más que una cuestión de curiosidad. Nuestra misma supervivencia puede depender de ello», dijo John F. Kennedy. El vasto espacio que rodea a la Tierra sigue siendo uno de los grandes enigmas para los seres humanos. Sin embargo, en nuestro planeta, los fondos de los océanos también son desconocidos y están vastamente inexplorados. ¿Por qué se invierte más en exploración espacial que en explorar los océanos?

Similitudes en la exploración espacial y de océanos

A pesar de que pueda parecer lo contrario, explorar la superficie lunar o los lechos marinos que se hallan en la profundidad de los océanos no son misiones tan distintas. Si lo analizamos desde el punto de vista de las exigencias tecnológicas o las metodologías utilizadas, encontramos muchas similitudes. En ese marco, la asociación alemana Helmholtz —que aúna centros de investigación punteros con el objetivo de desarrollar proyectos a largo plazo que den respuesta a los mayores retos que afronta la sociedad, la ciencia y la economía— puso en marcha en 2012 el programa ROBEX, (acrónimo de Robotic Exploration of Extreme Environments). En él participan hasta 16 instituciones de toda Alemania. Juntas han constituido el primer grupo de investigación mixto que integra tanto la exploración espacial como la de los mares profundos.

Recientemente pudimos charlar con Laurenz Thomsen, profesor de geociencia e investigador de la Jacob University de Bremen. Según nos contó, muchos de los robots que en la actualidad exploran los océanos se diseñaron con conocimiento y programas adquiridos en la investigación espacial.

Robots para explorar el espacio y los océanos

Un ejemplo son los vehículos operados por control remoto vía Internet, como el rastreador NEPTUNE. Este robot operado por la Red Oceánica de Canadá controla las condiciones ambientales existentes en el cañón de Barkley y su fauna bentónica a casi 900 metros de profundidad. Este es solo un ejemplo de la gran variedad de tecnología que comparte la exploración del espacio y de los océanos.

Fruto del programa ROBEX se han creado robots para explorar el espacio y para descubrir lo oculto en las vastas profundidades de los océanos.


Foto: El astromóvil de la NASA Curiosity de exploración marciana llegó al planeta rojo desde 2012.

Aunque gracias a los datos obtenidos de los satélites Cryosat-2 de la ESA y Jason-1, operado por la NASA y el Centro Nacional de Estudios Espaciales de Francia (CNES), en 2014 se obtuvo un mapa global del fondo oceánico con una resolución de alrededor de 5 kilómetros. Este mapa permite apreciar los relieves que miden más de 5 kilómetros, como las crestas y las fosas oceánicas. No obstante, estos resultados se ven empequeñecidos si los comparamos con el detalle logrado en las topografías de Marte y la Luna. Ocurre lo mismo en Venus: en este planeta la sonda Magallanes de la NASA mapeó en la década de 1990 el 98% de su superficie a una resolución de unos 100 metros.

Exploración espacial y de océanos a lo largo de la historia

Históricamente se han destinado siempre más fondos y esfuerzo a descubrir lo que hay más allá de las fronteras físicas de nuestro planeta. En detrimento, el conocimiento de lo que esconde los océanos no ha sido tan investigado. Según gente un estudio de investigadores de la universidad neoyorquina de Cornell, el mar y todo lo que en él se esconde es un ámbito distante desde un punto de vista psicológico. Este motivo frena no solo su exploración, si no también los esfuerzos necesarios para la restauración de los ecosistemas marinos.

En comparación con ciertos objetos celestes, el océano permanece vastamente inexplorado.

Como cuenta la oceanógrafa y filósofa Jyotika Virmani al frente de la Fundación X-Prize, dedicada a generar fondos para el desarrollo de tecnologías beneficiosas para la humanidad, la exploración del espacio es mucho más glamurosa. En general, las historias relativas a las misiones espaciales suelen ser positivas, mientras que las de los océanos son negativas. En sus palabras: «Es común oír mensajes tipo “vamos a encontrar nuevas formas de vida en otros planetas”, versus “estamos acabando con la vida en los océanos”». Además, las misiones espaciales cuentan con un buen marketing. Tienen que ver con los logros de la humanidad a nivel colectivo y con el deseo de exploración que tanto nos caracteriza como especie.

Para más inri, la comunidad espacial internacional está bastante unida, nada que ver con lo que sucede en el ámbito marino, muy politizado. La mayoría de investigaciones o misiones están lideradas por instituciones y organismos frecuentemente enfrentadas entre sí.

Equilibrando la balanza 

Para Amitai Etzioni, uno de los sociólogos estadounidenses más relevantes de la actualidad, está claro que hay que reequilibrar la balanza a favor de la exploración oceánica, como explica en un artículo en el que defiende esa posición.  Hay que enfocarse en la exploración espacial, sin olvidar los fondo oceánicos.


Foto: El observatorio del suelo marino MoLab del centro de Investigación Marinas Helmholtz /GEOMAR de Kiel. Puede medir diferentes parámetros en áreas de varios kilómetros cuadrados y a distintas profundidades.

«La razón básica es que el espacio profundo es un lugar lejano, hostil y estéril. Por otro lado, su estudio arroja pocos descubrimientos importantes y abundantes afirmaciones sobrevaloradas. Por el contrario, los océanos están cerca. Su estudio es una fuente potencial de descubrimientos que podrían ser útiles para abordar varias preocupaciones del país, desde el cambio climático hasta las enfermedades. También para reducir la escasez de energía, minerales y agua potable. De la misma manera, contribuiría a la industria, la seguridad y las defensas contra desastres naturales como huracanes y tsunamis. Finalmente, aumentaría  conocimiento sobre la historia geológica.».

Mirando al futuro

La exploración del espacio será la frontera final, añade, pero el océano es sin duda la la frontera más fructífera. Sin embargo, y para acabar, aquí va este dato: el presupuesto asignado a la NASA en 2019 será de 5,9 mil millones de dólares, un 1,3% más que en 2017, mientras que el de la Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), 4,6 mil millones, un 20% menos que en 2017.

Si revertir esa proporción (o al menos equilibrarla) depende de comunicar más y mejor, ¿no deberíamos a empezar a hacerlo desde ya?

En AquaExplore de Fundación Aquae puedes encontrar una detallada infografía sobre «Agua en Marte».

ACERCA DEL AUTOR

Eva van den Berg
Redactora y editora de secciones para la edición española del National Geographic. Guionista y documentalista.