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Estrategias de vida en el arenal marino

26 de Mayo de 2015
Islas Canarias. El arenal cubre una buena parte de los fondos marinos de las Islas, predominando sobre los fondos rocosos en las islas más viejas, donde la erosión lleva trabajando más tiempo.

A primera vista, un recorrido por el arenal nos puede parecer un viaje por el desierto. Nada más erróneo pues el agua, que es la vida, no falta. Los problemas son otros: la falta de refugio o de estabilidad del propio sustrato. No olvidemos que bajo el mar gran parte de la vida animal ha adoptado una forma de vida sésil: la de vivir permanentemente fija al sustrato. Y es que muchos seres vivos se han apuntado al servicio de comedor: la corriente fluye cargada de nutrientes, solo hay que acertar con los lugares mejor situados para recibir ese maná incesante.

 

Cuando esto ocurre, donde la arena es más estable, puede tapizarse por millones de gusanos tubícolas, animales de hermosa apariencia vegetal en perpetua primavera. Sobrevolar estos fondos tapizados es como hacerlo sobre un prado de pequeñas margaritas.

 

Pero no todas las estrategias pasan por ocupar un lugar fijo donde sustentarse. Hay peces que recorren los fondos arenosos perfectamente adaptados en color y forma. Un color mimético que los enmascara y una forma aplanada fácil de integrarse con la arena. Llamar la atención resulta extremadamente peligroso o un lastre a la hora de capturar a sus presas.

 

El tapaculo es otro morador característico de estos fondos. Uno de sus ojos ha migrado durante el final de su etapa larvaria al mismo plano que el otro. Posee además la asombrosa capacidad de adaptar rápidamente el color de su piel al color del sustrato. Y nada pasa desapercibido a sus dos ojos móviles de 360º con total independencia uno del otro. Otros muchos no disponen de una morfología plana, pero si sus dos ojos ocupan la parte superior de su cabeza, algo imprescindible para enterrarse en estos espacios abiertos y no perder detalle de lo que ocurre a su alrededor.

 

En la arena unos aparecen de día y se ocultan de noche, como el pejepeine, que dispone de varias madrigueras cuyas entradas solo el reconoce. A la menor señal de peligro desaparece como por arte de magia. Y ha de pasar un buen rato de paciente espera para poder observar como de la arena vuelve a asomarse, una vez pasada la amenaza.

El arenal de noche despierta, si cabe, más vida; la oscuridad ofrece seguridad a muchos seres de la noche cuyo mundo es la arena, pero esto ya es materia para otro cuaderno de Bitácora.

ACERCA DEL AUTOR

Rafa Herrero Massieu
Buceador profesional, realizador y cámara submarino. Director desde 1994 de Aquawork, empresa especializada en documentales submarinos.