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Día Mundial sin Coche en el año de la COVID-19

21 de Septiembre de 2020
Xavier Querol destaca la importancia de la reducción del uso de los coches para mejorar la calidad del aire de las ciudades
El confinamiento a causa de la Covid-19 nos ha hecho palpables las ventajas que nos aportan los entornos urbanos en los que se reduce el tráfico rodado. Xavier Querol, profesor de investigación del CSIC, en el Día Mundial Sin Coche, reflexiona sobre la necesidad de tomar conciencia y de acelerar las políticas climáticas efectivas que mejoren la calidad del aire y de la vida en nuestras ciudades.

El coche es uno de los mejores inventos del hombre pues nos permite, no solamente ahorrar tiempo, sino otras cosas tan importantes como, por ejemplo, en un fin de semana, visitar a nuestros amigos y familiares en zonas sin buen transporte público. Por tanto, en el Día Mundial Sin Coche, o cuando manifestamos la necesidad de su reducción en entornos urbanos, pedimos su uso racional en zonas con alta carga crítica de contaminación, como son las ciudades, o cuando pueda utilizarse el transporte público, con muchas menos emisiones de gases de efecto invernadero.

El problema de calidad del aire urbano se produce de manera asociada a una alta densidad de población, la cual tiene ventajas de eficiencia energética, pero puede generar problemas de calidad del aire, ruido y reducción del espacio verde urbano, si no se toman medidas de restricción del uso de vehículos privados o de distribución urbana de mercancías.

Reducción del uso de vehículos clave frente a la contaminación 

Las sociedades más avanzadas cultural y económicamente transforman las ciudades congestionadas por el tráfico en otras con una mayor calidad de vida; y para ello la reducción del número de vehículos circulantes está siendo una de las principales claves. Es también muy importante ver cómo estas han resuelto o eliminado los posibles efectos sociales colaterales negativos.

Los vehículos emiten contaminantes gaseosos y partículas procedentes de la combustión en el motor. Estos se han venido reduciendo mucho (menos en algunos gases y bastante en las partículas) gracias a la legislación europea de emisiones. Pero además de estas emisiones, el desgaste de frenos (disco y pastilla), ruedas, superficie de rodadura, y las emisiones del asfalto son fuentes de contaminación atmosférica relevantes en entornos urbanos.

El confinamiento de la crisis COVID-19 nos ha hecho meditar más de lo que solemos hacer, nos ha causado más ganas de pasear por nuestras calles, y nos ha hecho ver que el teletrabajo es posible y cómodo en muchos casos. Además, al salir a pasear hemos visto que nuestras ciudades sin tantos coches tienen menos ruido y contaminación; la calidad de vida en las ciudades con menos coches incrementa y favorece ir al trabajo andando o en bicicleta; y que la naturaleza parece infiltrarse más en la ciudad.

El efecto del confinamiento en la calidad del aire 

Obviamente la bajada de la circulación de vehículos en día laboral en un 80% durante el confinamiento total (30/03/2020 a 13/04/2020) hizo que la contaminación de óxido de nitrógeno (NO2) bajara mucho en nuestras ciudades. Calculamos que entre un 55-65% respecto al periodo pre-confinamiento (30-40% debido a la disminución de emisiones y 25 % debido a la mayor dispersión atmosférica de los periodos del confinamiento respecto al pre-confinamiento).

El confinamiento nos ha mostrado como es una ciudad más saludable

El tráfico rodado contribuye en alrededor del 60-70% del NO2 urbano en aire ambiente. Así pues, los niveles de NO2 no disminuyeron de forma proporcional a la reducción de vehículos porque en la flota de vehículos circulantes durante el confinamiento la proporción de furgonetas y camionetas de reparto (casi todos, diésel de bastante antigüedad, y por tanto muy contaminantes) incrementó mucho.

Como era de esperar, las partículas en suspensión se redujeron bastante menos (30-40%), ya que el tráfico rodado aporta el 30-35% a sus niveles. Como sabíamos también, para mejorar en este contaminante hay otras fuentes además de la del tráfico rodado (industria, generación eléctrica, agricultura y ganadería, y domésticas, entre otras) sobre las que debemos actuar.

Un plan para ciudades más sostenibles

Así pues, el efecto del confinamiento durante la COV19 sobre algunos parámetros ambientales nos ha permitido entender mejor el efecto del tráfico rodado sobre los mismos, pero también hemos visto (en el confinamiento parcial) como es una ciudad más saludable, y que al convertirla en más saludable nos atraen más los modos de transporte activos (andar y bicicleta), que a su vez mejoran nuestra salud y la de la ciudad. Además, hemos visto que una elevada proporción de trabajos pueden hacerse remotamente sin desplazarnos, y que ello y una flexibilización del horario de la jornada reduce las aglomeraciones en el transporte público e incrementa su capacidad.

Estas reflexiones deben acompañar a las del Día Mundial Sin Coche, cuyo fin es mostrarnos a los ciudadanos como es nuestra ciudad con menos coches y las ventajas asociadas a ello. No nos quedemos solo en dejar el coche un día en casa. No olvidemos la electrificación del parque, muy necesaria y simultánea a la transformación de la modalidad de movilidad y de las ciudades.

Sin embargo, no debemos pensar que la electrificación resolverá el problema. Es una pieza clave en políticas climáticas y de calidad del aire, pero esta está siendo muy lenta en nuestro país, y requiere además de una transición rápida a renovables para que sea efectiva ambientalmente. Además, la política de subvenciones debería focalizarse en vehículos con muchos kilómetros de circulación urbana (mercancías, taxis,…). El cambio de modalidad del vehículo privado a los transportes públicos y activos son más rápidos y obtienen resultados en plazos de 4-5 años, que es la mira que debe tener un plan de calidad del aire.

ACERCA DEL AUTOR

Xavier Querol Carceller
Es profesor de investigación del CSIC en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA). Trabaja en geoquímica ambiental, especialmente en contaminación atmosférica y se encuentra entre los científicos más nombrados internacionalmente en esta materia. Premio Jaime I en la modalidad de Medio Ambiente por su contribución a la mejora de la calidad del aire y reducir el impacto a la contaminación sobre la población, es miembro del consejo asesor para la Unión Europea del programa Aire Limpio para Europa y del comité científico asesor sobre la calidad del aire de la Organización Mundial de la Salud en el área de la Unión Europea.