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El peligro de la basura espacial: ¿podremos viajar al espacio?

Alrededor de nuestro planeta sobrevuelan multitud de satélites que nos permiten estudiar al detalle el clima o mejorar nuestras comunicaciones. Sin embargo, muchos de estos satélites deambulan inertes por las órbitas de la Tierra convertidos en basura espacial. Alex Riveiro, divulgador científico y autor de Astrobitacora, nos explica qué son estos residuos y qué se puede hacer para que no supongan un problema futuro.

La contaminación no solo existe en la superficie terrestre de la Tierra, sino también en el exterior de ésta. La presencia del ser humano en la denominada órbita baja es cada vez mayor y la tendencia es que continué al alza en los próximos años. ¿El problema? En esta órbita hay mucha basura espacial que puede, incluso, impedirnos volver a viajar al espacio exterior.

A lo largo de esta Máster Class, Alex Riveiro nos explica qué es la basura espacial y su efecto más inmediato: el Síndrome de Kessler. La industria aeroespacial es ya consciente del problema que supone seguir acumulando residuos en el espacio exterior. Es por esto que, como afirma Alex, ya están tomando medidas para revertir esta situación.

¿Qué es la basura espacial?

Para explicar qué es la basura espacial es necesario entender primero su diferencia con el concepto de satélite operativo. Este tipo de satélites son aquellos que están activos y que, actualmente, trabajan en las diferentes misiones para las que se han sido creados. Actualmente, hay unos 3.000 satélites en activo alrededor de la Tierra, según afirma el divulgador científico.

Por otro lado, encontramos los satélites que no están operativos que junto a bases u otros objetos de cohetes que han sido lanzados con anterioridad conforman la llamada: basura espacial. Es decir, se trata del conjunto de objetos inertes que se encuentran en la órbita terrestre y cuya vida útil ha finalizado.

“En estos momentos no hay forma alguna de poder maniobrar para retirarlos. Por tanto, no se puede hacer más que tratar de esquivarlos” asegura Alex. Y es que un total de 20.000 objetos de basura espacial se monitorizan desde la Tierra. Estos forman solo una pequeña parte del conjunto. Hay otros objetivos de menor tamaño que son imposibles de controlar.

Según explica Alex Riveiro, las estimaciones indican que existen 128 millones de objetos con un tamaño de hasta un centímetro de diámetro deambulando por el exterior del planeta. Un tamaño que puede parecer insignificante, pero cuyos riesgos son preocupantes.

Además, se estima que existen alrededor de unos 900.000 objetos entre 1 y 10 centímetros de diámetros, mientras que 30.000 objetos poseen un diámetro superior a los 10 cm. Y es que cuando hablamos de objetos de 1 cm de diámetro son lo equivalente a una mota de pintura desprendida de un cohete espacial o partículas de combustible de las naves que se lanzan al espacio.

Sin embargo, el problema no radica en el tamaño, sino más bien en la velocidad en la que viajan. La basura espacial puede llegar a alcanzar los 30.000 kilómetros por hora. La Estación Espacial Internacional ha sufrido, en diferentes ocasiones, impactos de los conocidos como micro-meteoritos que han llegado a provocar daños en las placas solares afectando a su rendimiento.

El efecto sobre la Tierra: Síndrome de Kessler 

La presencia de estos residuos espaciales se encuentra distribuida en dos regiones. La más lejana, correspondiente a la órbita geoestacionaria, a unos 35.000 kilómetros de la Tierra. Y por otro lado, la mayor parte de los objetos y fragmentos se encuentra en la órbita baja, a una distancia de unos 2.000 kilómetros.

En los últimos años, han sucedido diferentes eventos muy peligrosos por satélites inertes que han estado a pocos metros de colisionar. El hecho de que no impactaran ha llevado a multitud de científicos a afirmar que podemos evitar el Síndrome de Kessler que nos haría desembocar en un desastre mayor.

Este fenómeno, teorizado por el astrofísico, Donald J. Kessler, en 1991, aborda las devastadoras consecuencias de la basura espacial. Se plantea que si dos satélites chocan en el espacio se generaría multitud de fragmentos que, al salir despedidos a una velocidad tan elevada, serían imposible de esquivar. Esto provocaría una cascada de colisiones que podría generar una lluvia de escombros espaciales.

El efecto más inmediato sería la imposibilidad de seguir viajando al espacio exterior. Sin embargo, la industria aeroespacial se ha puesto manos a la obra para evitar cualquier posible riesgo. Ahora el objetivo de miles de científicos es conseguir que todo aquello que se lance al espacio, una vez finalizada su vida útil, se desintegre en el menor tiempo posible.

Otra propuesta es enviar una nave que pueda capturar toda esta basura espacial presente en las diferentes órbitas de la Tierra para llevarla a un lugar más lejano del espacio exterior.

Un ejemplo real son los satélites Starling de la constelación de Space X. En estos momentos se están lanzando 60 satélites al mes y se espera que albergue un total de 42 mil satélites. “Son muchos para dejarlos inertes alrededor del planeta por lo que están siendo diseñados para que su desintegración sea lo más rápida posible y evitar así cualquier tipo de problema” explica Alex Riveiro.

Todo esto son diferentes caminos que se están tomando ya para evitar no solo cualquier tipo de desastres en el espacio que pongan en peligro la vida de los astronautas que trabajan en las estaciones, sino también para poder seguir lanzando cohetes que nos permitan seguir estudiando nuestro planeta y su sistema solar.

La búsqueda de una solución para basura espacial está muy presente en la comunidad científica, por los problemas que ya se han enumerado. “Cuando se lanza algo al espacio hay que ser muy consciente de lo que sucede después” asegura el divulgador científico.

No solo hay que ser respetuoso con el planeta cuidando nuestra naturaleza y protegiendo la biodiversidad, también es necesario cuidar aquello que ocurre más allá de nuestra atmósfera. Tener un espacio exterior limpio nos permitirá poder seguir realizando grandes avances y estudios como, por ejemplo, averiguar si existe o ha existido algún tipo de vida en otros planetas. 

ACERCA DEL AUTOR

Alex Riveiro
Álex Riveiro es un divulgador científico. Autor del blog Astrobitácora, una de las fuentes de información referentes en el mundo de la astronomía de habla hispana. Ha publicado un libro de divulgación, "Hacia las estrellas" (Penguin Random House, 2019) y es autor de la saga de ciencia ficción Ecos de un futuro distante.