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Agua de Madoz

17 de Marzo de 2017
El creador madrileño, Premio Nacional de Fotografía en el año 2000, es "un cazador de similitudes perdidas". Chema Madoz (Madrid, 1958) consigue con sus imágenes, con su ars combinatoria, convocar el asombro. Lo hace como Lautréamont, y su encuentro fortuito sobre una mesa de disección de una máquina de coser y un paraguas, o como Brossa y sus poemas visuales, llenos de confetis e ilusionismos, o también como Gómez de la Serna, en esa ecuación de la greguerías, donde metáfora y humor levantan nuevos mundos en los laberintos imposibles de lo cotidiano.

El Premio Nacional de Fotografía es un alquimista porque sabe que sus criaturas no son la simple suma de dos objetos aparentemente sin relación previa, no hay, pues, uno más uno, sino construcción de un ritual desconocido, una elipse, que crea un campo de tensión que nos interpela más allá de la simple traducción automática. Por eso Madoz juega muchas veces con el agua, un agua indomesticable, que es sombra y regalo, charco y horizonte, un agua que dibuja los trazos del compás antes de que exista el compás.

Foto: Chema Madoz /La Fábrica

Lee aquí el reportaje: Agua de Madoz

ACERCA DEL AUTOR

Albert Lladó
Albert Lladó (Barcelona, 1980) es editor de Revista de Letras y escribe en La Vanguardia. Licenciado en Filosofía, posgrado en Periodismo de Proximidad y máster en Estudios Comparados de Literatura, Arte y Pensamiento. Ha publicado en Granta, Revista Ñ, Benzina, Quimera, Qué Leer o El Ciervo. Es director académico de la Escuela de Periodismo Cultural y docente del posgrado internacional Escrituras, en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.