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El satélite de las posibilidades imposibles

6 de Mayo de 2016
El satélite Encelado podría albergar vida

En su obra Nuevas conjeturas concernientes a los mundos planetarios, sus habitantes y producciones (1670), el gran físico y astrónomo neerlandés Christian Huygens escribió:

«¡Qué maravilloso y sorprendente esquema tenemos aquí de la magnífica inmensidad del universo! ¡Tantos soles […] tantas tierras…!»

En esta cita, Huygens expresa su admiración ante la increíble riqueza que nos presenta el universo en todos sus aspectos, pero especialmente en lo que se refiere a los mundos que pueblan nuestro sistema planetario. Y la cita gana vigencia a medida que aumentan nuestros conocimientos sobre todos estos mundos.

Un ejemplo paradigmático lo tenemos en Encélado, un pequeño satélite de Saturno, que parafraseando el título de un libro de Louis Pauwels y Jacques Bergier que alcanzó cierta fama durante los años setenta, bien podríamos calificar como «el satélite de las posibilidades imposibles». Encélado nos muestra su hemisferio sur en este mosaico de imágenes obtenidas por la sonda Cassini

Encélado: un satélite que esconde un océano

Encélado fue descubierto por William Herschel (astrónomo aficionado famoso por haber descubierto también el planeta Urano) en 1789. Durante siglos, para nosotros no fue más que un débil punto de luz perdido en el resplandor del magnificente planeta de los anillos. Pero esto cambió radicalmente a principios de la década de 1980, cuando las sondas estadounidenses Voyager I y II sobrevolaron el sistema de Saturno. Encélado se nos presentó como un mundo realmente extraño, con una reflectividad sin parangón en todo el sistema solar y con un hemisferio sur liso y prácticamente desprovisto de cráteres.

La presencia de cráteres en un cuerpo celeste es un claro indicador de que la superficie de dicho cuerpo es muy antigua y, por lo tanto, de que estamos ante un astro geológicamente inerte desde hace miles de millones de años. Por el contrario, una superficie sin cráteres indica una superficie joven geológicamente hablando.

El satélite Encelado podría albergar vida

Y aquí es donde saltó la sorpresa: ¿cómo puede mantenerse geológicamente activo a lo largo de la historia del sistema planetario un cuerpo de tan solo 550 km de diámetro y que está compuesto básicamente a partes iguales por roca y hielo? Las desintegraciones radioactivas que se den en su núcleo rocoso no pueden ser las responsables de lo que observamos en su superficie. ¡Ha de haber algo más!

Las Voyager no fueron capaces de encontrar evidencias de actividad en el satélite, pero confirmaron otro indicio sospechoso que se conocía desde algunos años atrás: Encélado orbita alrededor de Saturno envuelto en un tenue halo formado por partículas heladas, el anillo E. ¿Podría existir alguna relación entre ellos?

La incógnita se mantuvo hasta la llegada de la sonda Cassini al sistema de Saturno a mediados del 2004. Cassini sobrevoló Encélado de cerca y descubrió géiseres que brotan de profundos surcos situados cerca del polo sur del satélite, que se conocen informalmente con el nombre de rayas de tigre (tiger stripes). Y las partículas emitidas por estos géiseres, compuestas por hielo de agua, hidrocarburos y silicatos, al escapar de la débil gravedad de Encélado, forman el anillo E alrededor de Saturno.

La composición de estas partículas nos indica que ha de existir un océano de agua líquida bajo la corteza helada de Encélado, y que este océano debe estar en contacto con el manto rocoso del satélite. Medidas recientes indican que el océano, situado bajo una corteza de hielo de unos 10 km de espesor, debe tener una profundidad media del orden de los 30 km, una alta salinidad y un pH alcalino, en torno a 10 o 11.

El mecanismo responsable de que este océano se mantenga líquido es muy parecido al que se da en Europa, el satélite de Júpiter: las fuerzas de marea provocadas por Saturno y los satélites vecinos deforman y calientan el interior del satélite, y este calor es el que mantiene el agua en estado líquido.

¿Debemos, pues, considerar a Encelado como un posible e inesperado hábitat?

Quizá sí, pero hay un problema: el flujo de partículas que Encélado emite al espacio es muy elevado (250 kg de vapor de agua por segundo), por lo que las reservas de agua líquida contenidas en el satélite deberían de haberse agotado a lo largo de los 4500 millones de años de historia de nuestro sistema planetario.

Así pues, la actividad que hoy vemos en Encélado ha de ser, necesariamente, reciente. Hay quien piensa que dicha actividad puede estar relacionada con un hipotético suceso catastrófico que habría creado los anillos de Saturno, ya que algunos teóricos suponen que estos son mucho más recientes que el propio planeta.

Si este fuera el caso, las posibilidades de que se haya podido desarrollar algún tipo de vida en Encélado serían escasas, básicamente por falta de tiempo para que esta pudiera haber evolucionado. Pero, tratándose del satélite de las posibilidades imposibles, ¿os apostaríais algo?

ACERCA DEL AUTOR

Jordi Aloy i Domènech
Físico y astrónomo con amplia experiencia en el mundo de la astronomía amateur. Miembro del Área de Ciencia, Investigación y Medio Ambiente de la Fundación "LaCaixa" y autor de numerosas publicaciones.