¿Es el sabor del agua el sexto sabor sensitivo?

El agua no sabe a nada, ¿verdad? No es fácil definir el sabor del agua y siempre se ha considerado que no tiene sabor. Sin embargo, una investigación de la Universidad de Caltech, en California, considera que tiene sabor y que sería el sexto del sentido del gusto.

A través de la lengua y las papilas gustativas de los mamíferos se perciben cinco sabores básicos: salado, agrio, dulce, amargo y umami. Pero una investigación en la Universidad de Caltech, en California, asegura que existe un sexto sabor sensitivo para la lengua y que está relacionado con el agua, que tiene un sabor distintivo amargo e independiente, a pesar de que, hasta ahora, siempre se ha mantenido que el agua carece de sabor.

Este hallazgo podría ayudar a explicar cómo los animales pueden distinguir el agua de otros fluidos y dejar de lado el debate de si el agua tiene sabor propio o es simple vehículo para otros sabores.

Detectando el sabor del agua

Para llevar a cabo la investigación, se monitoreó las lenguas de los ratones mientras bebían y saboreaban el agua, descubriéndose que los sensores de sabor que se estimulaban eran los ácidos. El profesor de biología, Yuki Oka, explicó que nuestra capacidad para saborear el agua no es solo una coincidencia, y que en realidad depende de nuestra lengua poder sentir el líquido: «la lengua puede detectar varios factores nutricionales claves, llamados sabores, como sodio, azúcar y aminoácidos, a través del sabor, sin embargo, se desconoce cómo percibimos el agua en la boca.  Se sabe que muchas especies de insectos prueban el agua, por lo que imaginamos que los mamíferos también podrían tener un detector en el sistema de sabor para la detección del agua«.

Para demostrar que las células agrias contribuyeron a la detección del agua, el equipo utilizó una técnica llamada ‘optogenética’ que permite estimular las células agrias con luz en lugar de agua. Después de reemplazar el agua de la botella de agua del animal por una luz azul, descubrieron que los ratones sedientos irían a la boquilla en busca de agua, encontrarían la luz y la «beberían». A pesar de no estar hidratados, continuaron lamiendo la fuente porque la luz estaba provocando una señal sensorial de que había agua presente.

 

Actualizado: 18/06/2021