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Inmovilismo: riesgo global nº1

19 de Diciembre de 2014

Lo dice el informe Riesgos Globales 2014 publicado recientemente por el Foro Económico Mundial (FEM). La crisis del agua y los fenómenos meteorológicos extremos son dos de los diez principales riesgos que afronta hoy la Humanidad y, por supuesto, el resto de seres vivos con los que compartimos el planeta.

No es de extrañar: conocemos los devastadores impactos que causa el agua tanto cuando escasea como cuando es excesiva y, aunque hasta hace poco se consideraba que las consecuencias de esos episodios eran un tema local, hoy han sido declarados un “riesgo global sistémico”.  Y lo dice el FEM, del que forman parte un millar de súper empresas líderes a nivel global. Por todos es sabido que esta organización fundada en 1971 por el alemán Klaus Schwab no es precisamente una organización ecologista amante de los eslóganes destinados a estimular la conservación medioambiental. Preocupados por la economía, suscriben en su informe el incontestable hecho de que un evento local puede repercutir gravemente a nivel global. Para muestra, citan unos ejemplos:

  • La fuerte sequía que azotó Rusia en el año 2010 provocó la restricción de sus exportaciones agrícolas, los cereales escasearon y su precio aumentó en África y Oriente Medio, detonando los movimientos sociales que desembocaron en la llamada Primavera Árabe.
  • También en 2010, las inundaciones que anegaron Pakistán paralizaron el país durante semanas, mataron a miles de personas y arruinaron la economía rural de gran parte del territorio.
  • Un año después, en Tailandia, otras inundaciones ralentizaron la producción mundial de automóviles, uno de los pilares económicos de esta nación asiática, que tampoco pudo cumplir con su producción de discos duros para ordenador, por lo que disminuyó su fabricación en todo el mundo.
  • El terremoto y posterior tsunami de 2011 de Japón causó un descenso del PIB en picado en el país nipón, pero también hizo caer la bolsa de valores más de un 6%, tras la paralización forzosa de grandes empresas japonesas.

La gestión del agua, afirma el informe, es de una complejidad que se embrolla por momentos debido a varias razones que el FEM cataloga de “altamente preocupantes”. Una, el aumento de la población y el consiguiente incremento  exponencial del consumo de agua: durante el siglo XX se cuadriplicaron los habitantes de la Tierra, empezaron a proliferar las grandes urbes (la tendencia sigue al alza) y la cantidad de agua extraída se multiplicó por nueve. Dos: los efectos del cambio climático no hacen más que acentuar una meteorología extrema, hundiendo a muchos territorios en una profunda espiral de pobreza de la que cada vez es más difícil salir. Tres: la mala calidad del agua. Mientras por un lado se trabaja para que millones de personas puedan por fin tener acceso al agua potable y a unas infraestructuras de saneamiento adecuadas, en países emergentes como China los índices de contaminación del agua son cada vez más altos. Hoy, más del 50% de sus aguas subterráneas presentan elevados niveles de toxicidad, lo que ya ha causado, además de importantes problemas de salud, la paralización de importantes operaciones de negocio en el país.

Entretanto, los problemas geopolíticos derivados por la lucha por este recurso esencial van enquistándose, apoderándose del mapa. Enciendo la mecha de la rivalidad entre naciones distintas y alimentando la inestabilidad social dentro de los estados. Según las Naciones Unidas, en 2025 1.800 millones de personas vivirán en áreas donde el agua será absolutamente escasa y dos tercios de los seres humanos sufrirán estrés hídrico.

En fin, no parece que haya ningún motivo en el horizonte que nos anime a seguir como estamos, inmersos en el inmovilismo. Tarde o  temprano habrá que actuar, antes de que la sublevación de los más desfavorecidos, de aquellos que no tienen nada que perder, sea un auténtico tsunami. Antes que, como en la película Interestellar, nos veamos obligados a enviar a intrépidos astronautas a buscar otro planeta en el que habitar.

Confianza, pensamiento a largo plazo, estrecha colaboración entre las partes implicadas y gobernanza global es lo que aconsejan acometer los miembros del FEM. Vale, pues ¿a que esperan? Porque no sé si han visto la película, pero los planetas candidatos a acoger a los humanos del futuro son completamente yermos y gélidos. Un auténtico peñazo, literal y metafóricamente hablando.

ACERCA DEL AUTOR

Eva van den Berg
Redactora y editora de secciones para la edición española del National Geographic. Guionista y documentalista.