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Energía de transición

22 de Julio de 2014

El origen de los combustibles fósiles se halla en la materia orgánica que se ha ido depositando a lo largo de la historia de la vida en este planeta en su suelo.

Las sucesivas épocas geológicas fueron transformando aquellos animales y plantas del pasado en sedimento, de manera que las inmensas cantidades de materia orgánica que acumulaban los frondosos bosques de la prehistoria y las criaturas que los habitaban dieron origen a la turba, el lignito, las hullas y las antracitas, el petróleo y el gas natural con los que nos hemos calentado, iluminado y desplazado hasta hoy en día. Dándole la vuelta al concepto, y permitiéndonos una licencia divulgativa que espero sepa perdonarme el lector de este blog, podríamos decir que cuando apretamos el acelerador de nuestro coche estamos quemando nuestra memoria biológica.

Que ese viaje se los debemos a las selvas que un día cubrieron el Sahara o a los dinosaurios que anduvieron por La Rioja. Por ello algunos expertos consideran que utilizar el petróleo para desplazarnos en automóvil ha sido un error, un capricho que nunca nos deberíamos de haber permitido, algo que su escasez actual pone de relieve y que las generaciones venideras quizá nunca alcancen a entender. Pero el verdadero problema que plantea el uso de los combustibles fósiles no está en la idoneidad del uso, sino en saber hasta cuándo vamos a seguir empeñados en hacerlo. Porque lo cierto es que el registro fósil de la materia orgánica que un día pobló el planeta se agota.

Al ritmo de consumo actual, teniendo en cuenta el fuerte crecimiento de la demanda por parte de las economías emergentes, y superado ya el peak-oil (el dato cumbre en la gráfica de las reservas mundiales) nadie parece discutir ya que el petróleo accesible se agotará antes de finales de este siglo.

Por eso la mayoría de expertos llevan tiempo apelando a la necesidad de iniciar el relevo del carbono: una transición energética que, como paso previo a un escenario 100% renovable, debería abandonar definitivamente el viejo modelo basado en el aprovechamiento del carbón y el petróleo para mirar al sol, que es el futuro energético de la humanidad, apoyándose en el gas natural como energía de transición. Una fuente de energía que, si bien no puede considerarse ni limpia ni renovable, sí que es la menos sucia de las tres fósiles, ya que presenta un perfil mucho más bajo en el balance de emisiones de CO2 (principal gas con efecto invernadero) y de dióxido de azufre que el petróleo o el carbón, por lo que podría convertirse en la muleta ideal de las renovables hasta que éstas asuman el papel hegemónico que les corresponde.

Ello ha llevado a muchos expertos a considerar al gas natural como energía-puente, es decir: la energía de transición que nos ha de permitir pasar del viejo modelo de aprovechamiento energético basado en la quema del carbón y el petróleo a un nuevo modelo renovable, basado en la solar, la eólica y el hidrógeno. Así lo consideran algunos expertos como el investigador norteamericano Lester R. Brown, fundador del World Watch Institute para quién “en el camino hacia el hidrógeno y las fuentes de energía renovables, el gas natural debe relevar pronto al petróleo como primera fuente de energía mundial”. Aunque su obtención plantea un reto, lo cierto es que el hidrógeno es el elemento más abundante del universo, por eso debemos seguir apostando por él.

Como fuente de energía primaria nos ofrecería la posibilidad de acceder a un combustible eterno, limpio y como no contiene ni un solo átomo de carbono representa una de las mejores alternativas energéticas a las fósiles en la lucha contra el cambio climático. Para el economista norteamericano Jeremy Rifkin, presidente de la Fundación de Nuevas Tendencias Económicas y uno de los mayores expertos en políticas energéticas del mundo, “nos hallamos en los albores de una nueva economía basada en el hidrógeno y las renovables que cambiará la relaciones sociales, políticas y de mercado tal como lo hizo el carbón al comienzo de la era industrial. La rapidez con que lleguemos a ella dependerá de lo decididos que estemos a abandonar el consumo de petróleo.

La pregunta es ¿a qué demonios (sic) estamos esperando?”.

ACERCA DEL AUTOR

José Luis Gallego
Divulgador ambiental, naturalista y escritor. Colaborador habitual de TVE, TV3, La Vanguardia y Onda Cero. http://www.ecogallego.com/