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Be water, my friend

1 de Abril de 2015
Edward O. Wilson, fantástico ser humano, acaba de publicar su último libro, titulado ni más ni menos The Meaning of Human Existence.

Wilson, de 85 años, es un extraordinario biólogo estadounidense que, además de ser el “pope” de la mirmecología o estudio de las hormigas, ha colaborado en la difusión del término biodiversidad, sobre la que nos ha iluminado largo y tendido en muchas de sus obras, como por ejemplo en la magnífica La diversidad de la vida.

Wilson es uno de esos científicos humanistas que, a fuerza de transitar por los senderos de la ciencia, se ha ido interesando cada vez más por la etología de la especie humana. Está claro, opina, que, al contrario que las hormigas, las termitas o las abejas, no funcionamos como un superorganismo. Los humanos nos hemos aferrado a la individualidad, un posicionamiento que ha posibilitado la optimización de nuestro potencial creativo pero que nos conduce a la extrema desigualdad y a la destrucción del medio ambiente. Hemos generado una fuerza asoladora que Wilson define con el acrónimo HIPPO: H por la destrucción del hábitat, que incluye el calentamiento global, I por las especies invasoras, una P por la polución, otra P por la súper población humana, y la O, que se refiere a Overharvesting, la sobreexplotación de los recursos. Un impulso devastador que Wilson califica como tragedia.

Empeñados en actuar básicamente por nuestro propio interés, hemos obviado nuestra capacidad de evaluar las infinitas posibilidades que tendríamos si, de repente, interactuáramos motivados por el bien común. ¿Se imaginan? Seríamos, conceptualmente hablando, algo así como las miríadas de estorninos que se agrupan al atardecer generando esas fantásticas bandadas en movimiento que los ingleses denominan murmurations y que se organizan para esquivar los peligros (los ataques de los depredadores) de forma conjunta.

Pero ¿cómo extender la idea de que el interés común es realmente lo mejor para cada uno de nosotros y para nuestros descendientes? Estamos acostumbrados a gestionar la realidad de una manera concreta. Cambiarla requiere una transformación de nuestra manera de pensar. Como la que preconiza otro Edward interesante,  en este caso Edward De Bono, otro activo octogenario, psicólogo maltés con nacionalidad británica y autor de una setentena de libros, entre los que destacan El Pensamiento Lateral, Seis Sombreros para pensar o ¡Piensa! ¡Antes de que sea demasiado tarde!

De Bono cree que en las escuelas debería haber una asignatura destinada a aprender a pensar, porque somos muy creativos pero poco constructivos. No entiende que haya miles de personas en todo el mundo consagrando su talento a diseñar mejores software y tan pocos que se dediquen a mejorar el software del cerebro humano.

Pensar “verde” está muy bien, sin duda. Pero deberíamos pensar sobre todo “gris”, propone De Bono, en honor a la materia pensante alojada en el interior de nuestros cráneos. Mientras que buscar la solución a un reto o un problema desde perspectivas distintas es la idea principal de sus seis sombreros, el pensamiento lateral anima al individuo a no dar por sentado que 1+2=3, o que detrás de A y B viene siempre C. ¿Un ejemplo? Aquí va uno, tonto quizás, pero ilustrativo:

Imagine que va conduciendo de noche en medio de una terrible tormenta. Pasa por una parada de autobús y en ella hay tres personas que le piden ayuda: una anciana muerta de frío, un antiguo amigo que en su día le salvó la vida y la mujer u hombre de sus sueños (garantizado). Sólo uno puede subir en el coche, porque tiene un biplaza… ¿qué haría?

Intente responder a la pregunta de forma creativa, de acuerdo al pensamiento lateral. Vacíe su mente, tal como aconsejaba el maestro Bruce Lee… ¿recuerdan?

Empty your mind, be formless, shapeless — like water. Now you put water into a cup, it becomes the cup. You put water into a bottle it becomes the bottle. You put it in a teapot it becomes the teapot. Now water can flow or it can crash. Be water, my friend.

(Vacía tu mente, libérate de las formas -como el agua. Si pones agua en una botella, será la botella. Ponla en una tetera y será la tetera. El agua puede fluir… o puede golpear. Sé agua, amigo mío.)

¿Qué tal? ¿Se le ha ocurrido ya la “mejor respuesta”? Aquí va una que no está mal: dele las llaves a su amigo, pídale que lleve a la anciana a su casa y quédese con él o ella en la parada del bus, acurrucaditos y tan ricamente, esperando un taxi, que lo mejor está por venir.

Be water, my friend. Think grey.

Foto: Edward O. Wilson, de Joel Sartore (National Geographic)

Publicado originalmente el 23 de noviembre de 2014

ACERCA DEL AUTOR

Eva van den Berg
Redactora y editora de secciones para la edición española del National Geographic. Guionista y documentalista.