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Cómo hacer una brújula casera

Los imanes son objetos divertidos con los que podemos aprender muchas cosas sobre el funcionamiento de la Tierra. En este experimento casero utilizaremos las propiedades magnéticas de los imanes para crear uno de los inventos más importantes de la historia: la brújula. Sin ella, la navegación marítima hubiera sido imposible. ¿Quieres crear la tuya propia? ¡Sigue leyendo!

¿Alguna vez has utilizado una brújula para saber en qué dirección debes ir? Lejos de ser un objeto antiguo que ha caído en el desuso, las brújulas están muy presentes en nuestras vidas. Estos objetos pueden ser útiles para ayudarte a para orientarte allá donde el GPS no funciona correctamente. En este experimento casero aprenderás a hacer tu propia brújula casera basándote en el concepto del magnetismo de la Tierra. ¡No te lo pierdas!

Materiales

  • Un trozo de corcho
  • Imán
  • Un clavo
  • Recipiente de plástico
  • Agua

Construye tu brújula casera

  1. Llena el recipiente con agua.
  2. Corta un trozo de corcho con un cúter o un cuchillo.
  3. Para imantar el clavo, coge el imán y frótalo unas 20 veces por el clavo o la aguja en una misma dirección.
  4. Atraviesa el corcho con el clavo o la aguja de coser.
  5. Coloca lentamente el corcho sobre el agua. Flotará por la parte superior.
  6. Observa cómo el corcho empieza a girar hasta que la aguja apunta en dirección norte, como una brújula.
  7. Utiliza la brújula del móvil para comprobar que está apuntando en la dirección adecuada.

Explicación

Al frotar la aguja con el imán conseguimos que el clavo se magnetizara temporalmente. Una vez imantado, el clavo consiguió un polo norte y un polo sur, al igual que tienen todos los imanes. El magnetismo que tienen los imanes hace que éstos se repelan o se atraigan entre sí, en función de si la carga de los polos en contacto es positiva o negativa. Cuando magnetizamos el clavo, creamos una brújula casera que interactúa con con el campo magnético de la Tierra.

El corcho de nuestro experimento flota porque tiene una densidad diferente a la del agua. Esto permitió que al poner el trozo de corcho con el clavo en el agua el corcho flotara en la superficie. El clavo imantado puede girar libremente hasta que los polos norte y sur de la aguja estén alineados con el magnetismo de la Tierra, definido por el Polo Norte y el Polo Sur.

Puedes intentar mover esta brújula casera, pero verás que rápidamente ésta vuelve a colocarse mirando al norte. Si no ocurre, puede que el clavo haya perdido su magnetismo y tengamos que repetir el experimento.

El poder del magnetismo

Como has podido ver con esta brújula casera, el magnetismo es una propiedad física asombrosa. La humanidad conoce este fenómeno desde hace miles de años. De hecho, la primera brújula fue creada en China en el siglo II y consistía en una aguja imantada que flotaba en un recipiente de agua. ¿Ves la relación con nuestra brújula casera?

Sin embargo, las brújulas secas que conocemos hoy en día no aparecerían en Europa hasta el año 1300. Se trata de un instrumento que consta de una aguja magnetizada, una caja con cubierta de vidrio y una carta náutica con la rosa de los vientos dibujada en una de sus caras. La aguja estaba fijada sobre un eje central, lo cual permitía su libre rotación.

Pero, ¿cómo funcionan las brújulas? 

Estos instrumentos tan útiles para la navegación y la orientación, se basan en la propiedad física del magnetismo, que hemos podido ver en este experimento. Gracias a que la Tierra tiene un campo magnético delimitado por los polos, las brújulas nos ayudan a saber dónde está el norte o el sur. Y, por ende, así podemos saber dónde está el resto de los puntos cardinales.

Las brújulas se basan en el magnetismo de los imanes para funcionar. Una de las primeras cosas que notamos sobre los imanes es que los polos opuestos se atraen y los polos iguales se repelen. De esta forma, nuestra brújula casera gira hacia el norte por el extremo del clavo que se ve atraído por este punto cardinal.