Microrrelatos

Últimas coordenadas

Faltan diez horas, dijo ella. Yo
calculé que serían cinco menos. La voz que yo mismo programé, habló con tanta
dulzura que me resigné.

Unos minutos después, sentado, al mando de la nave,
creí sentir su mano en mi hombro.

No encontraré dónde aterrizar en este planeta
árido, cavilé. La voz de Galatea sonó entrecortada: Reprogramar bitácora. Los
motores se apagaron.

Está bien, pensé, no me salvaré, pero sabré el lugar
exacto en el que mi último pensamiento se desvanecerá.