¿Por qué el agua del mar es salada?

La explicación es sencilla: durante millones de años los ríos han ido depositando en los océanos diferentes sales minerales procedentes de la erosión de las rocas.

El primero en exponer esta teoría, comúnmente aceptada, fue el científico inglés Edmund Halley en 1715. El ácido carbónico que contiene el agua de lluvia (mezcla del dióxido de carbono del aire y el agua) tiene un gran poder erosionador al disolverse sobre las rocas. Los iones resultantes de los diferentes elementos químicos se depositan en los ríos y acaban finalmente en los mares y océanos. Con el tiempo, la acumulación de estos sedimentos ha provocado que las grandes masas de agua oceánicas alcancen un índice de concentración de sal o salinidad medio del 3,5%, es decir, 35 gramos de sal por cada litro de agua. Los dos principales elementos contenidos en el agua de mar son el cloro (1,9%) y el sodio (1%) que, al combinarse, dan lugar al cloruro de sodio o sal común. Además de las corrientes de agua que desembocan en el mar, hay otros fenómenos que contribuyen a alimentar la salinidad, como los deshielos, la evaporación del agua, las erupciones volcánicas (la lava contiene sales) y las aberturas hidrotermales que hay en el lecho marino, donde el agua se mezcla con minerales a altas temperaturas y es devuelta con un mayor nivel de sal.

La salinidad del mar es diferente en las distintas latitudes del planeta. Así, en las zonas tropicales la evaporación es mayor por el efecto de la energía solar y, en consecuencia, aumenta la concentración de sal en el agua, mientras que en zonas más frías, como el océano Ártico, la salinidad es menor. También es baja en lugares donde se producen muchas precipitaciones o donde confluyen numerosas cuencas fluviales, como es el caso del Mar Báltico (en algunas zonas presenta sólo un 0,6% de salinidad). Entre los mares abiertos, el Mar Rojo es el que posee una mayor salinidad por la gran evaporación que experimenta su superficie y el poco aporte fluvial que recibe. De los lagos y mares interiores, el más salado con diferencia es el Mar Muerto con aproximadamente un 35% de contenido salino, unas diez veces más que la media oceánica.

El Mar Muerto, donde hundirse es imposible

Situado entre Israel, Jordania y Palestina, este peculiar lago endorreico es famoso, además de por su pasado bíblico, por la enorme concentración de sal que presenta.

La capacidad de flotar sin dificultad es uno de los principales reclamos turísticos del Mar Muerto

La capacidad de flotar sin dificultad es uno de los principales reclamos turísticos del Mar Muerto. Irisphoto1 © Shutterstock.

A más de 400 metros por debajo del nivel del mar, en la depresión tectónica que atraviesa el río Jordán, se encuentra este gran lago de más de 800 km2 donde la presencia de sal es tan exagerada, que prácticamente impide cualquier forma de vida (de ahí su nombre). Se calcula que en el Mar Muerto hay unos 40 millones de toneladas de sal, aunque también es rico en otros elementos, como magnesio, potasio, calcio y bromo. La presencia de tanta sal hace que el agua sea bastante más densa que la del mar en general (1240 kg/m3 por 1027 kg/m3), lo que permite que el cuerpo humano flote de manera natural, sin dificultad, algo que lo ha hecho muy popular. En los últimos tiempos, la explotación de la minería y la utilización indiscriminada de las aguas del río Jordán, que abastece al Mar Muerto, para la agricultura están provocando que baje el nivel de agua a razón de un metro por año, lo que pone en peligro su supervivencia.

Actualizado: 21/09/2022