Poríferos: animales que no lo parecen

Las esponjas son los animales multicelulares más primitivos y simples que existen. Por no tener, no tienen ni auténticos tejidos. Por eso se les clasifica como parazoos.

Como, a simple vista, la principal característica que diferencia un animal de una planta es su capacidad de movimiento, hasta mediados del siglo XVIII, cuando la ciencia demostró lo contrario, se pensó que los inmóviles poríferos –llamados comúnmente esponjas– formaban parte del reino vegetal. Y es que estos primitivos invertebrados acuáticos, que carecen de órganos, de cerebro e incluso de sistema nervioso, son heterótrofos y, en consecuencia, por raro que parezca, animales. Las esponjas no tienen boca ni estómago, siendo los únicos animales cuya digestión es intracelular –cada célula digiere su alimento de forma independiente–. El agua entra en su cuerpo a través de unos diminutos poros, llamados ostiolos, y circula por él mediante un sistema de canales. Gracias a un sistema de filtrado, el porífero absorbe el oxígeno y los microorganismos de que se alimenta. Finalmente, el agua es expulsada a través de un orificio llamado ósculo.

La particularidad más destacada de las esponjas es, precisamente, la simplicidad de su anatomía. Su cuerpo no está formado por auténticos tejidos sino por células libres que actúan de forma coordinada y que cumplen funciones concretas, pero que tampoco responden a sistemas especializados. La mayor parte de las células de los poríferos, en este sentido, son totipotentes y pueden viajar a través del animal y transformarse en cualquier tipo de célula, según sea necesario. Los coanocitos, células flageladas exclusivas de las esponjas y que son esenciales para la alimentación y la reproducción del animal, se parecen tanto a los protozoos coanoflagelados que se considera que tienen un origen evolutivo común. Los poríferos son los metazoos más primitivos y se estima que aparecieron hace unos 600 millones de años.

En la actualidad existen unas 9.000 especies de poríferos, la mayor parte de las cuales viven sujetas a las rocas, a la arena o al lodo en ecosistemas marinos –son muy pocas las que se han adaptado a la vida en agua dulce–. Estos animales adquieren formas y tamaños muy diversos: hay esponjas que miden unos pocos milímetros, mientras otras alcanzan más de dos metros de diámetro; unas parecen plantas y arbustos, otras tienen formas de globo, tubo, abanico o copa, e incluso las hay completamente planas. En ocasiones, incluso dentro de una misma especie, dos ejemplares de esponja pueden ser totalmente distintos si sus condiciones de vida resultan opuestas. También la relación entre individuos es muy variada: hay especies que son solitarias, mientras otras forman grandes colonias.

REPRODUCCIÓN SEXUAL Y ASEXUAL

La reproducción más común en el mundo de las esponjas es la sexual, siendo la mayor parte de especies hermafroditas. Los individuos puede actuar como género masculino –expulsando en el agua su esperma– o femenino –creando huevos para que sean fecundados–. Una vez fertilizados, dichos huevos se transforman en larvas, que se mueven libremente por el agua hasta que alcanzan la madurez y, tras un proceso de metamorfosis, encuentran un sustrato al que aferrarse. Debido a la condición totipotente de sus células, no obstante, algunas esponjas también pueden reproducirse asexualmente. Existen muchos mecanismos para hacerlo, aunque el más común es el de la fragmentación: a partir de una yema que crece y se desprende del cuerpo de una esponja, se desarrolla un nuevo individuo.

La pesca de esponjas, una tradición milenaria

 

El uso de esponjas como utensilio de limpieza se remonta a los tiempos de la Grecia clásica, ya que su uso aparece descrito tanto en las epopeyas de Homero como en los tratados de biología del propio Aristóteles. Su pesca en muchas regiones mediterráneas se ha convertido en una tradición milenaria que perdura hasta nuestros días y, en muchos casos, ha sido fuente de riqueza y prosperidad para las comunidades locales. Éste fue el caso de los pescadores de esponjas de la isla helena de Kálimnos, quienes, primero con buceo libre y luego con pesadas escafandras, convirtieron la recolección de poríferos en una arriesgada pero lucrativa tarea. Las esponjas también se emplean en la actualidad para la fabricación de medicinas, cosméticos y suplementos alimentarios.

Actualizado: 21/09/2022