Microrrelatos

Millonarios

Desde
la ventana advierto que el papel que cae de los árboles se convierte en un
pegajoso amasijo que no logra afear un paisaje ya estropeado. La lluvia ácida
lo dota de una textura ideal para tapar grietas o rellenar sofás de los que ya
no se venden. Todos celebramos cuando billetes, en vez de hojas, comenzaron a
caer de los árboles. Pero ahora que la hierba es un recuerdo y los animales se
han extinguido, no conseguimos digerirlos en esta suerte de papilla sintética que
es nuestro sustento.