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“Universalizar el acceso al agua es una cuestión de gobernanza”

Juan Antonio Guijarro, patrono de la Fundación AQUAE, habla en esta entrevista sobre el desafío de garantizar el acceso a los servicios de agua a todas las personas, en especial en el ámbito geográfico de América Latina

El agua es un recurso imprescindible para la vida. Conforme al paulatino desarrollo de la civilización humana, el líquido elemento ha ido tomando un papel vital en el desarrollo económico y social de las colectividades, hasta convertirse en lo que representa en la actualidad: un derecho humano y un activo económico.

La gestión hídrica resulta de una gran complejidad, dado que debe atender esta doble perspectiva social y económica de un recurso que tiene una dimensión local y a la vez global, según destaca el patrono de la Fundación Aquae, Juan Antonio Guijarro

Para Guijarro, esta capilarización del agua y la multiplicidad de externalidades, unido al impacto del cambio climático sobre los recursos hídricos, también multiplica los retos a los que se enfrenta, para los que no existe una solución única, y que además requieren de fuertes alianzas interregionales para poner en valor y compartir los casos de éxito.

Según Naciones Unidas, miles de millones de personas en el mundo siguen hoy en día sin contar con acceso al agua potable y al saneamiento, a pesar de que existen las tecnologías necesarias para lograrlo. Solventar este grave problema exige una apuesta decidida por la colaboración internacional y la gobernanza. Hablamos de todas estas cuestiones con Juan Antonio Guijarro, patrono de la Fundación Aquae.

 

PREGUNTA. – En el contexto de desigualdad en el acceso al agua y al saneamiento, y ante un mayor estrés hídrico a nivel global, ¿cómo afronta América Latina los retos del agua?

RESPUESTA. – A pesar de esa desigualdad que indica en su pregunta, América Latina y el Caribe (ALC) es una parte del mundo privilegiada al contar con más del 30% de las reservas globales de agua dulce y con apenas el 18% de la población del planeta.

Sin embargo, es cierto que Latinoamérica, con una cobertura promedio de acceso al agua potable de entre el 55% y 60%, requiere una mayor acción pública para lograr que un cien por cien de su población tenga acceso al agua, y así lo resalta el propio Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

En todo caso, no podemos obviar que en la actualidad no existe una «escasez de agua estructural», sino un «déficit de gobernanza» en la región Latinoamericana y Caribe, y de ahí la importancia de tener “un Estado fuerte» y «decidido a invertir en infraestructuras hídricas para poder llevar el agua a todos los ciudadanos».

 

P.- ¿Cómo ha de ser ese modelo de gobernanza para garantizar la seguridad hídrica?

R.- La gobernanza del agua existente está mal equipada para hacer frente a los aumentos de la presión sobre los recursos hídricos.

El acceso al agua debe ampararse con un modelo de gobernanza que promueva el desarrollo de las infraestructuras, el uso sostenible, la reutilización de aguas tratadas, la reducción de pérdidas, la transparencia, el pago por el agua consumida, la capacidad de reinvertir, etc., todo ¡ ello en beneficio de la comunidad, de la sostenibilidad y de la reducción de las inequidades.

Hay ejemplos de ello. Por ejemplo, Chile ha alcanzado el saneamiento de la totalidad de las aguas servidas en 12 años gracias a disponer de un modelo regulatorio que garantiza su sostenibilidad.

Desde luego hace falta un enfoque multinivel, una gobernanza del agua que se refiera al marco político, económico, social y administrativo que nos permita determinar quién tiene acceso al agua, dónde, cuándo y en qué condiciones, quién se beneficia de su uso y cómo se reparten los costes de los servicios relacionados con el agua.

 

P.- Nos habla de inversiones necesarias para hacer efectiva esa cobertura universal del acceso al agua y al saneamiento, ¿por qué no se activan esas inversiones? 

R.- Queda patente que la gestión y disponibilidad del agua a nivel mundial se encuentra frente a desafíos muy grandes que precisan de soluciones consensuadas y de alianzas supranacionales para hacerlos frente.

En la garantía del equilibrio hídrico, la adecuada gobernanza del agua tiene un papel imprescindible. A lo largo de la historia, y ahora fundamentalmente, las crisis del agua son fundamentalmente crisis de gobernanza, como lo demuestra el hecho de que existan soluciones técnicas, financieras e institucionales, pero falla su implementación o ejecución real en el territorio. Estas crisis de gobernanza se deben fundamentalmente a que el agua es un problema local y global con múltiples actores a diferentes niveles, sin que exista una solución única que dé respuesta a todos los retos.

 

P.- Si el problema de la seguridad hídrica es un problema global, ¿cómo debe ser la respuesta?

Para los casos en los que se requiera financiación, sería recomendable analizar los mecanismos que permitan al sector privado intervenir en la inversión en infraestructura.

Además, hay que involucrar en esa gobernanza al ámbito científico y tecnológico, a todos los usuarios. También a los ciudadanos en la gestión comunitaria de los recursos naturales, a las administraciones locales y nacionales y al sector privado.

Y, desde luego, es imprescindible apostar por organismos supranacionales, especialmente entre países que comparten cuencas hidrográficas para facilitar el intercambio de experiencias y casos de éxito, contribuyendo que permita acortar esa brecha de desigualdad en el acceso al agua y saneamiento en LATAM.