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La tierra tierna

22 de Abril de 2016
Allá donde la tierra es roja y hay serpientes, orquídeas, mangos como puños. Allá donde la tierra es fértil y plana y acaba en una masa densa y verde que es la selva. Allá al medio de la nada. Allá llegaron, hace tres siglos, hombres que abrieron sendas, tumbaron árboles, fundaron pueblos dentro de los bosques.

Y a los que allí vivían les enseñaron formas de rezar, de construir, de convivir. Construyeron cabañas de barro y paja, plazas con su cruz. Levantaron catedrales de madera, y en la madera tallaron flores, frutas, pájaros. En su equipaje cargaron violas, flautas, arpas. Y trescientos años después, como un milagro inexplicable, allá se escucha a Beethoven, a Vivaldi, a Bach.

La Chiquitanía, región agrícola y maderera del departamento de Santa Cruz, en el sudeste boliviano, es la extensión de llanuras tropicales donde los jesuitas fundaron, entre 1691 y 1760, las Misiones o reducciones: aldeas indígenas de casas sencillas en torno a una plaza y su iglesia. Se pretendía cristianizar a los nativos y proteger el territorio de las invasiones portuguesas en busca de esclavos. Crearon talleres de artesanía, escuelas de música y pintura, coro y orquesta. La música parecía embrujar a los indígenas. Era un sonido extraño que nunca antes habían escuchado.

En ese paraje inaccesible, cercano al límite con Brasil, se encuentra Urubichá. Dicen que en guarayo, su idioma nativo, Urubichá significa “aguas grandes”, “lugar de aguas”, “río profundo”. Sea como sea, el pueblo, a orillas del Río Blanco, parece llevar el agua en su nombre. 

Las viviendas -piso de tierra, paredes de adobe, techo de palma trenzada- discurren en hileras desde la plaza central, un cuadrilátero donde pastan cerdos, terneros, gallinas. Bajo los toborochis -árboles obesos de flor rosada- los perros buscan sombra, apenas ladran. Hay patos que cruzan en fila calles demasiado anchas, arcillosas, niños que pasan en bicicletas que les quedan demasiado grandes. Quien no echa la siesta compra hielo, bebe leche de coco, toca el violín. Nadie lo diría. Aquí, un violín cuesta más que cualquiera de las casas. Hay hamacas, mosquiteros, muchas puertas abiertas: esa cosa -muy del trópico- de que a uno lo vean comer, dormir, ver la telenovela. Esa invitación a que algo -algún vecino, el aire- entre a toda hora por la puerta.

Todo es bochorno hasta que llueve, hasta que, como es ley, la lluvia cae y hace el barro. 

El agua ablanda las calles y deja la tierra tierna. La deja, dicen, “blandinga para caminar”. A ellos les gusta así. Ellos son Jonathan, Paisano y Américo, tres niños de ocho, seis y cuatro años que juegan a rodar llantas de bicicleta. Llueve como un océano desplomado y Américo, el menor, ve llover como si la lluvia fuera un imposible sucediendo, un desaparecido apareciendo, un milagro. Cuando termine, saldrá junto a los otros a enterrar los pies en el fango, a correr empujando las ruedas por la plaza, descalzos los tres.

En su crónica “Níger”, el escritor Martín Caparrós escribe así sobre el pueblo de Dalweye, a menos de una hora de Niamey: “Sus calles los espacios que quedan entre casas donde corren chicos cabras gallinas hueso y pluma; un chico pasa rodando una cubierta vieja, otros dos hacen esgrima con sus palos, varios corren sin sentido aparente. Alguien, alguna vez, va a descifrar el sentido de la dirección de las carreras de los chicos de un pueblo cualquiera en un país cualquiera y va a entender el mundo. Mientras tanto, seguimos ignorando”.

Mientras tanto, seguimos ignorando.

ACERCA DEL AUTOR

Martina Bastos
Escribe sobre realidades y le han premiado por ello. En 2012 recibió el premio Las Nuevas Plumas 2012 por su texto "La gran mudanza". Ha ganado el certamen Diez Años Viajando Juntos de la revista National Geographic, y en 2014 recibió el premio Don Quijote de Periodismo, en el marco de la XXXI edición de los Premios Internacionales de Periodismo Rey de España, que convocan anualmente la Agencia EFE y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), por su trabajo "La lluvia es una cosa que sucede en el pasado”.