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¿Tecnologías low-cost accesible a todos?

29 de Mayo de 2017
Biología DIY
Actualmente está de moda el uso de términos como DIY (Do It Yourself, hazlo tú mismo), u otros análogos cuando se refieren a un grupo de personas (DIWO, Do It With Others). Cuando hablamos de ciencia ciudadana se abren las puertas hacia un infinito abanico de posibilidades. La combinación del conocimiento para desarrollar soluciones en diferentes materias y que estén al alcance de todas las personas.

Sin embargo, estas prácticas llevan haciéndose desde hace muchos años en entornos científicos donde todavía no existían las máquinas necesarias, o existían, pero estaban fuera del alcance de los investigadores por motivos económicos. La ciencia ciudadana está ahora al alcance de todos. El conocimiento compartido a través de la experiencia. Un buen ejemplo de este fenómeno es la Biología DIY.

Nos encontramos en un momento de la historia lleno de cambios y revoluciones a nivel social, donde comienza a darse más importancia a la participación ciudadana, incluso para financiar y sacar adelante proyectos científicos (a través de plataformas de crowdfunding como experiment.com).

¿Ciencia ciudadana? ¿Entornos colaborativos?

La ciencia ciudadana, que es “el compromiso y la participación del público general en actividades de investigación científica, es decir, cuando los ciudadanos contribuyen activamente a la ciencia con su esfuerzo intelectual o dando soporte al conocimiento con sus herramientas o recursos. Como resultado de este escenario abierto, colaborativo y transversal, las interacciones entre ciencia-sociedad-políticas investigadoras mejoran, conduciendo a una investigación más democrática, basada en la toma de decisiones basada en evidencias informadas surgidas del método científico, total o parcialmente, por parte de científicos amateur o no profesionales.”

ciencia ciudadana

Illustration 1: Foto de David Kong – Biofabbing Unconference Hackuarium

Biología DIY

Pero no hace falta irnos fuera del ámbito científico/institucional para encontrar ejemplos de DIY. Basta con centrarse en la ciencia ciudadana. Cada vez que un investigador quiere desarrollar un nuevo experimento en el laboratorio y necesita un nuevo útil o máquina, suele crearlo él o dar las especificaciones al taller u oficina técnica del centro, quienes consiguen desarrollar algún prototipo temporal (que termina siendo usado durante muchos años). En este caso ellos son los “makers”, los “hacedores”.

Cuando este tipo de acciones se lleva a cabo dentro del ámbito de la biología, nos encontramos con la Biología DIY y si además se hacen modificaciones sobre algún ser vivo, pasamos a denominarlo Biohacking. Una de las principales características de este movimiento es que al ser un desarrollo de la comunidad, se trabaja en abierto (Open Source/Open Hardware). Existen diversos grupos y plataformas donde podemos encontrar proyectos y documentación para poder replicar estos aparatos, como GaudiLabs o Hackteria.org.

OpenLab Madrid

Actualmente hay un nuevo grupo de biología DIY, OpenLab Madrid, cuya actividad se realiza en Medialab Prado, donde planean montar en los próximos meses un laboratorio abierto de prototipado de proyectos biológicos, así como impartir cursos de formación enfocados a proveer el nivel teórico de biología sintética y biotecnología necesario para que cualquier persona ajena a estas ramas de conocimiento pueda aprender y aportar sus ideas.


Illustration 2: Incubadora DIY –
OpenLAB Madrid (OLM)

Cuando se desarrolla una máquina dentro de un entorno así, ésta se puede replicar de forma libre en otras partes del mundo. El motivo es que no suele requerirse tecnologías muy avanzadas ni caras para su construcción y toda la documentación está disponible en internet. Esto podría suponer un gran avance para la medicina en países poco desarrollados, ya que pueden hacerse aparatos de bajo coste para diagnóstico médico, como la paperfuge. En algunos casos, estas invenciones se patentan, pero sólo como medio de protección para evitar que grandes compañías se aprovechen de sus desarrollos y cierren el acceso.

¿Qué tiene que ver esto con el bioprinting?

La primera bioprinter capaz de trabajar con células humanas fue una impresora de inyección convencional modificada por Thomas J. Boland hace más de 15 años. Después, con el fin de las patentes sobre las impresión 3D y la democratización de esta tecnología a nivel mundial, se han ido desarrollando nuevas máquinas, materiales y métodos para conseguir crear tejidos y órganos humanos en el laboratorio.

Actualmente existen varias empresas que comercializan bioimpresoras, como Cellink o BioBots. Sin embargo, hasta hace un par de años, todas las máquinas se hacían “a mano” cumpliendo con los requisitos de cada centro de investigación. La mayoría de estas máquinas consistían en una estructura cartesiana (que se mueve de forma lineal en los 3 ejes del espacio, X,Y,Z). Algo similar a las que tienen las impresoras 3D normales. También contaba con un sistema que permitía la deposición de células sin dañarlas. Esto hizo que cada vez más personas se interesaran por hacer investigación básica o aplicada en este campo, ya que era fácil de replicar y el coste inicial de fabricación está por debajo de los 800€.

¿Ciencia ciudadana al alcance de todas las personas?

Unas de las cuestiones más sensibles del Bioprinting (a nivel ético) es si estos nuevos órganos serán accesibles a todo el mundo. Sin embargo, todavía no sabemos cuánto costarán ni cuándo llegarán al mercado. Al ser tratados como fármacos o dispositivos médicos, deben pasar una larga serie de pruebas clínicas hasta que sean aprobados para su uso en humanos.

En estos momentos, la decisión sobre el uso público o no de estas tecnologías podría venir de la mano de la financiación. ¿Quién pone el dinero para que estos proyectos salgan adelante? Si es una gran compañía que ofrece servicios de medicina personalizada a personas que darían todo lo que tienen por sacar adelante a un familiar, se podrían dar situaciones poco éticas y de desigualdad social, similar a la observada en la película GATACCA.

Por otro lado, si se consiguen sacar adelante proyectos colaborativos, financiados con medios públicos o privados sin ánimo de lucro donde todo se ponga al servicio del paciente, entonces esta tecnología podrá estar al alcance de todos y salvar más vidas.

Nieves Cubo fue ponente en Aquae Campus 2015. Puedes ver su ponencia aquí.

ACERCA DEL AUTOR

Nieves Cubo
Ingeniera Electrónica Industrial y Automática por la UC3M e investigadora. Desde el área de Ingeniería Tisular del Departamento de Bioingeniería e Ingeniería Aeroespacial investiga en el campo de la impresión de tejidos humanos y Medicina Regenerativa.