¿Cuál es la importancia de los musgos en el medio ambiente?

Estas sencillas plantas, unas de las primeras en colonizar las tierras emergidas, tienen una función clave en los ecosistemas, ya que abonan el suelo, alimentan el ciclo del agua y regulan el clima a escala local

Los musgos son uno de los vegetales más antiguos del planeta. Crecen creando tapices verdes sobre suelos, rocas y cortezas de árboles, en lugares que tienen sombra y humedad. Son plantas de poca altura, no muy llamativas, pero a pesar de su reducido tamaño y su aparente modestia, las funciones ambientales que desempeñan son de gran importancia para los ecosistemas.

Los musgos ayudan a frenar la erosión, retienen el agua, regulan el clima local, benefician a la biodiversidad y contribuyen a la formación y alimentación del suelo. Y lo han estado haciendo durante cientos de millones de años. Los musgos son una maravilla de la ingeniería evolutiva, unos geniales arquitectos del paisaje que han ayudado a crear un suelo fértil desde tiempos remotos.

Origen evolutivo y distribución de los musgos

Los musgos son una clase de plantas primitivas que se originaron aproximadamente hace 470 millones de años, justo en el momento de la historia del planeta en el que las plantas empezaron a abandonar el medio marino y a colonizar los espacios terrestres.

Hasta entonces, la vida había estado reducida a los océanos, mientras que la superficie emergida permanecía sin ser ocupada por los seres vivos. Unos vegetales primitivos dieron un salto que cambió la historia evolutiva para siempre, ya que fueron capaces de abandonar el agua para crecer sobre el suelo. Los musgos fueron por tanto uno de los primeros seres vivos en ocupar el medio terrestre.

El grupo al que pertenecen los musgos son las plantas llamadas briofitas, del que forman parte también las hepáticas y los antoceros. Son vegetales muy simples, sin vasos conductores, ni flores, ni frutos. Carecen del tipo de tejidos con los que la flora más moderna, como los árboles o las hierbas, forman raíces, tallos y hojas. Ni siquiera tienen semillas, sino que se reproducen por esporas.

Musgos creciendo sobre piedras en un arroyo. | CRÉDITO: Pixabay

La aparente sencillez de los musgos es, en realidad, una inteligente forma de adaptación a un medio hostil. A lo largo de su evolución, han desarrollado adaptaciones impresionantes que les permiten sobrevivir en diversos hábitats de todo el mundo y ser los primeros en colonizar un espacio.

Fruto de esas capacidades, hoy en día los musgos se distribuyen por todos los continentes, desde los polos hasta los trópicos, y desde el nivel del mar hasta las montañas más altas. Fueron los primeros organismos en “pisar” tierra hace cientos de millones de años y siguen siendo los más aventajados para prosperar en un medio hostil.

Estos versátiles organismos prosperan en condiciones que serían imposibles para muchas otras plantas. Su capacidad para sobrevivir en una variedad de entornos y con recursos mínimos, su capacidad para secarse ante la falta de agua y ‘resucitar’ cuando reciben algo de líquido meses después, son una prueba de su resistencia y adaptabilidad a lo largo de los tiempos.

Los musgos son plantas que se aferran a las superficies con unos órganos denominados rizoides, parecidos a raíces pequeñas, pero con la única función de proporcionar agarre. Generalmente, son de color verde vivo, ya que se trata de plantas clorofílicas, capaces de realizar la fotosíntesis gracias a la clorofila. Necesitan una abundante humedad ambiental, así que tienden a crecer en zonas húmedas o junto a grandes masas de agua, habitualmente a la sombra.

Musgos cubriendo suelos y árboles en un bosque templado de latitudes medias. | CRÉDITO: Pixabay

Importancia de los musgos para el medio ambiente

Entre las muchas funciones esenciales que los musgos llevan ofreciendo desde hace cientos de millones de años hasta la actualidad está su capacidad para regular el ciclo del agua y el régimen climático local, colonizar y abonar los suelos abriendo el camino a plantas más exigentes y ofrecer refugio a la biodiversidad. Aquí detallamos algunas de ellas.

  • Frenar la erosión

Una de las funciones más notables de los musgos es su capacidad para frenar la erosión del suelo. Su estructura fibrosa y su capacidad para atrapar partículas de suelo y agua son fundamentales en la prevención de la pérdida de tierra a través de la erosión hídrica y eólica. En áreas con pendientes pronunciadas o suelos expuestos, los musgos forman una capa protectora que evita la degradación del terreno.

  • Retención de agua

Los musgos son muy eficientes en la retención de agua. A pesar de su pequeño tamaño, pueden almacenar grandes cantidades de líquido en sus células, contribuyendo a la regulación de los niveles de humedad en el ecosistema. Esta función es crucial en entornos donde la disponibilidad de agua es escasa, ya que los musgos actúan como reservorios naturales y liberan gradualmente el agua, beneficiando tanto a las plantas circundantes como a la vida silvestre.

  • Regulación del clima

Aunque los musgos no influyen directamente en el clima global, su capacidad para mantener la humedad y regular la temperatura local es vital. En áreas forestales, contribuyen a la formación de microclimas más frescos y húmedos, lo que es esencial para muchas especies vegetales y animales.

  • Biodiversidad

Los musgos proporcionan hábitats cruciales para una amplia variedad de especies. Sus estructuras sirven de refugio y fuente de alimento para innumerables invertebrados, anfibios y pequeños mamíferos. La diversidad de microorganismos que habitan en los musgos también enriquece el suelo.

  • Formación de suelos

A medida que crecen y mueren, los musgos aportan materia orgánica que se descompone y se convierte en humus, un componente crucial para la fertilidad del suelo. Además, liberan compuestos orgánicos que ayudan a descomponer minerales y liberar nutrientes para las plantas circundantes. Contribuyen a la formación y enriquecimiento del suelo, sobre todo en las fases iniciales.

Los  primeros colonizadores

Musgos y líquenes, estos últimos un organismo simbiótico formado por la asociación de un alga y un hongo, son los primeros colonizadores verdes de espacios terrestres vacíos.

La comunidad científica internacional pudo comprobar todo ello en un laboratorio natural recién creado en época moderna. En noviembre de 1963, el mar a 30 kilómetros al sur de Islandia empezó a agitarse por una potente erupción volcánica submarina.

Desde el fondo marino, situado a 130 metros de profundidad, empezó a aflorar una isla recién creada. El 15 de noviembre de 1963, los observadores comprobaron que una estructura volcánica emergía sobre el nivel del mar, alcanzando en pocos días una altura de 173 metros y un diámetro de 1.300 metros. Es la isla de Surtsey, que desde entonces ha servido de punto de estudio para científicos de todo el mundo sobre los procesos que ocurren para que un terreno hecho de pura roca sea colonizado por la vida.

La isla islandesa de Surtsey, surgida en 1963, en una imagen tomada en 2007, colonizada ya por musgos y otras plantas.

Los primeros seres vivos que aparecieron en Surtsey fueron las aves marinas. Portaban bacterias y hongos del tipo moho en sus patas y plumas, además de esporas de líquenes y musgos.

La  primera especie de liquen se observó por primera vez en 1969, seis años después de la formación de la isla. Pero los musgos llegaron antes. En 1967 ya había dos tipos de musgo creciendo sobre la lava recién creada. Para el año 1973, sólo una década después de la creación de la isla, ya había 69 especies de  musgos tiñendo de verde y de vida las rocas recién creadas.

Cincuenta años después, ya han llegado a la isla unas 50 plantas vasculares que han empezado a crecer sobre el suelo creado por los tenaces musgos precursores.

A la vista de este experimento natural recién observado, se confirma que los musgos son un componente esencial de los ecosistemas terrestres y desempeñan un papel crucial en la conservación del medio ambiente.

La capacidad de los musgos para frenar la erosión, retener agua, regular el clima local, fomentar la biodiversidad y enriquecer el suelo los convierte en guardianes verdes del planeta. La conservación de estos humildes pero vitales organismos es una tarea fundamental para preservar la salud y la estabilidad de nuestro mundo.

Actualizado: 27/10/2023