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Proteger la fauna salvaje del tráfico de especies

¿Te imaginas una selva sin elefantes ni rinocerontes? ¿Te imaginas que los únicos grandes simios que quedaran vivos se encontraran en zoos? ¿Sabes qué pasa cuando desaparece un animal salvaje por culpa de la caza furtiva y el tráfico ilegal? Te damos las claves.

El tráfico de especies es un delito contra la naturaleza muy lucrativo para quienes lo practican. El comercio ilegal de animales puede equipararse al tráfico de armas y drogas ya que se estima que esta práctica mueve más de 10.000 millones de euros anualmente. Como consecuencia de ello, la fauna salvaje de algunos de los lugares con más riqueza de biodiversidad del planeta corre peligro de desaparecer. De hecho, animales como elefantes, rinocerontes, simios o pangolines están en peligro de extinción en algunas zonas por culpa del tráfico ilegal de especies y la caza furtiva. Su desaparición sería una tragedia para la biodiversidad.

El tráfico de especies de fauna salvaje, en números

Las cifras sobre la caza y el tráfico de la fauna salvaje hablan por sí solas:

  • Entre 2010 y 2012, fueron asesinados 100.000 elefantes africanos.
  • Entre 2007 y 2015, la caza furtiva de rinocerontes se multiplicó casi por 90 en Sudáfrica.
  • Cada año se pierden 3.000 grandes simios, que ya se han extinguido en Gambia, Burkina Faso, Benin y Togo.
  • Más de 170 toneladas de marfil se exportaron ilegalmente entre 2009 y 2014.
  • El pangolín, el único mamífero con escamas, es la especie más traficada del mundo.

Y sí, también hay animales desplazados: más de un millón de animales se vieron obligados a abandonar su hábitat.

La fauna salvaje no la componen solamente los animales que viven en la selva, la sabana o los bosques. También aportan un importantísimo valor para la biodiversidad del planeta. Destruir sus tierras y cazarlos y comerciar de forma ilegal con ellos es destruir también nuestro propio hábitat: la Tierra. El comercio ilegal de fauna silvestre es uno de los negocios ilegales más rentables del mundo. Pero los efectos de esta práctica no tiene efectos negativos sobre la biodiversidad exclusivamente. De hecho, en países como Ruanda o Uganda, donde muchas personas viven gracias a la presencia de gorilas, la caza furtiva y el comercio ilegal de especies son una auténtica lacra.